En las comunidades andinas en general y en la cuenca del Salar de Atacama en particular, los ritos de agua que se practican son fundamentales no sólo desde una perspectiva técnica e instrumental en torno al acceso o disponibilidad del agua, sino también en la generación de pedimentos de fertilidad ligados políticamente a cada uno de los territorios (aldeas de origen).
Los cerros, lagos, ríos y manantiales ritualizados en las limpias de canales y en el convido, son actores políticos no humanos que deslindan la territorialidad de las comunidades, al menos en el sector meridional de la Cuenca del Salar de Atacama. Ellos, constituyen la jurisdicción territorial de cada comunidad y los deslindes culturales frente a otras colindantes dentro del marco de los asentamientos dispersos en el desierto, y dentro de un contexto de justicia ambiental y extractivismo.
Los rituales entraman a las cuencas y subcuencas como sistemas organizativos de carácter fundacional, mítico, ancestral y actual. El agua nos lleva a los cerros y los cerros marcan lugares…
El sentido del ritual que yace en el convido es una trama compleja que señala y nombra a las entidades locales y regionales para la prosperidad del agua… “para que no falte”, pero además es un acto político de adscripción territorial e identitaria, puesto que las comunidades se sitúan en subcuencas, desde la cual articulan la hoya hidrológica del Salar de Atacama. Es decir que, los cerros que son los habilitadores de agua perimetran espacios geográficos de una comunidad determinada, y con ello conforman su territorialidad y jurisdicción. Esto entra en tensión y conflicto con los deslindes que el Estado imagina y legisla sobre las localidades indígenas, naturalizando y deslegitimando el agua como un no humano político.
Autora: Marinka Núñez Srýtr (Universidad Academia de Humanismo Cristiano) Correo electrónico: mnunezs@academia.cl