Humboldt advertía que no eran las grandes cumbres el objeto central de su interés: mayor era el valor que asignaba a los territorios que se extienden entre los macizos montañosos. En la caracterización de la movilidad de los montañeses sucede algo análogo: se exaltan los ideales de soberanía, libertad, independencia y conquista por ellos encarnados, y su capacidad para eludir el control del estado y de la modernidad capitalista, a la vez que de plantear una racionalidad propia que les confiere autonomía. No se profundiza, empero, en las dimensiones que condicionan o hacen posible esa movilidad en términos de una topografía social y política local. Argumento aquí que tales aproximaciones, según lo observado en los Andes centrales de Chile, soslayan procesos más complejos de dominio, resistencia e insubordinación vinculados, en un sentido, a las relaciones de género, integeneracionales e interespecies, y, en el otro, a las transformaciones globales que incluyen dimensiones climáticas, políticas y económicas. Los tejidos que se urden en los valles cordilleranos plantean una mixtura en que cohabitan lo liso y lo acanalado, lo libre y lo sometido, lo visible y lo invisible y, para entender la manera en que se moldean los vínculos entre los espacios de relativa autonomía de las montañas con los espacios de relativo sometimiento en los valles, es preciso bajar la mirada hacia las precordilleras y descubrir en ellas a quienes, humanos y no-humanos, han sido relegados a la trastienda que hace posible, por una parte, la movilidad y, por la otra, la resiliencia de sus habitantes.
Autor: Juan Carlos Skewes (Universidad Alberto Hurtado) Correo electrónico: jskewes@uahurtado.cl