Algo que viene sucediendo últimamente con mayor presencia en los territorios urbanos del sur de Chile es una especie de “polinización cultural andina, de elaboración tardía”, que desplaza los epifenómenos tradicionalmente geo-referenciados en los discursos del siglo XX. En el siglo XXI, año XXIII, dichos individuos son cultores y constructores de patentes inventivas, son sellos de lo nuevo y lo antiguo, y desde aquella condición, son capaces de crear horizontes de sentido sobre nuestras identidades multiculturales fragmentadas. Del desierto a la garúa incesante, nacen poéticas y estéticas de los lares, y de sus comunidades circundantes; hilvanando de este modo, la trama del espacio público y privado hacia los bordes de las tradiciones, donde crecen nuevas generaciones interpretantes de significados culturales. Y es en estos territorios donde la etnografía es un campo amplio de posibilidades para entrar y salir de los eventos sociales. Mediante la observación participante, alteramos parte de aquella cadena de producción, lo que para James Clifford será un oscilar constante… una taquigrafía (1995). Así, todo ritual se transforma en un bardo atemporal que transporta artefactos precolombinos materiales e inmateriales por medio de new-mitimaes, quienes guardarán en sus bolsillos las semillas transgénicas que plantarán en los sures posmodernos.
Autor: Mg. Pablo Méndez Sanhueza (Instituto de Arquitectura y Urbanismo. Facultad de Arquitectura y Artes, Universidad Austral de Chile)