El silabario el OJO fue escrito y diseñado por Claudio Matte, para que la población de indigentes que vivía al otro lado del río, lejos de los centros de poder, pudiera aprender a leer. El ojo plebeyo comenzó a juntar las primeras letras, para leer un mundo con la gramática de una aristocracia triunfante.El libro traía un dibujo de una casa patronal de 3 pisos con 10 habitaciones, para que el cerebro proletario aprendiera a pronunciar la palabra Casa. Para dialogar con el contexto del niño campesino, obrero y mapuche el silabario traía palabras tan próximas como zorzal, chacra, ratón. La mayoría de las fotografías de fines del siglo xix, muestra a niños sin zapatos, aprendiendo a pronunciar la palabra m-e-d- i-a. La caravana del Ojo recorrió todo Chile, en su rodar iba letreando los territorios en donde entraba. Para aumentar su tamaño el Ojo nacional demandaba desfiles, efemérides, héroes y un campo visual único, racialmente blanco y patriarcal. Pero la misión del Ojo era que el obrero lea y alcance a firmar, con eso bastaba. De ningún modo, podía atravesar la barrera de la mínima alfabetización, pues su lugar estaba claramente definido en el circuito de producción. Se necesita su fuerza bruta, no su caligrafía. Desde una jerarquía del poder, un Ojo único y monocultural se apropia de todas las formas de ver. Impone sus horizontes y en sus campos visuales siempre hay un monopolio en las maneras de observar.
Autor: Bernardo Colipán Filgueira